Flecha se prepara para Flandes y París-Roubaix

Juan Antonio Flecha disputa su décimo Tour de Flandes y dentro de una semana su novena París-Roubaix, los dos monumentos que han marcado su trayectoria y en los que se enfrenta un año más a Cancellara, Boonen, Gilbert y los grandes especialistas belgas.
El sitio Deia.com entrevistó al ciclista que nació en Argentina y luego se nacionalizó español, antes de las clásicas de 2011.

A Flecha, de aquellos días románticos y solitarios le maravilló siempre la insondable tranquilidad con la que Pedro Horrillo vivía todo aquello que era para él tan sobrecogedor, por deseado, que le invadía siempre un nerviosismo irrefrenable. "De Pedro aprendí que había que ir allí a disfrutar, a pasarlo bien", dice el catalán desde la terminal del aeropuerto donde ayer al mediodía voló hacia Flandes.
Hace unas semanas, después de la Het Volk en la que acabó segundo, hablaba de la enorme serenidad que sentía, lo que le generaba, a su vez, la inquietud de no saber si eso era confianza o vejez.


En la Het Volk se levantó tranquilo y se sorprendió.
Lo que me ocurrió no es muy normal en mí. Antes de las carreras de un día suelo estar muy nervioso y esa vez no era el caso.

¿De veras se siente un ciclista viejo?
No, me siento Flecha, me siento el Flecha de siempre. Tengo 33 años para 34 y para unos seré joven y para otros, viejo. Vale, no hay problema. ¿Viejo?, ¿joven? ¿Acaso importa? Sé que a nivel deportivo todos tenemos una fecha de caducidad, como la tenemos a nivel personal, pero no filosofo sobre eso. Estoy contento con lo que hago. Soy ciclista porque me siento feliz siéndolo. Siempre tengo la misma ilusión, las mismas ganas. El ciclismo me genera alegría. Si me sintiese aparcado o sin ambición, si ir a correr fuese una preocupación o una molestia, ahora no estaría cogiendo este avión (está en la terminal del aeropuerto, esperando a embarcar rumbo a Bélgica).

El tiempo pasa, hay ciclistas que se van, otros que vienen, ¿echa de menos a alguien?
A Pedro (Horrillo). Estuvimos muy unidos en el Rabobank en este periodo de clásicas.

Usted descubría entonces un mundo que siempre le había fascinado.
Normalmente, entre carrera y carrera, el equipo se solía ir a casa. Pedro y yo éramos los únicos que nos quedamos. Estábamos allí solos, en un hotel, pero éramos felices. Recuerdo un par de veces en las que, sobre todo en Roubaix, íbamos a reconocer los tramos. Luego me he dado cuenta de que aquello, aparte de lo que compartí con Pedro, me sirvió de mucho porque te vas quedando con las cosas, las esquinas, los bordes...

Compartió equipo y pasión con Horrillo y con Freire. ¿Qué poso le dejaron?
De Pedro me maravilló siempre la tranquilidad con la que afrontaba todas esas carreras. No sentía la presión. Aprendí de él que había que ir allí a disfrutar, a pasarlo bien. Verle correr a Óscar era ver a un genio. Te sorprendía siempre. Quizás no estaba tan tranquilo como Pedro los días antes, aunque a él le gustase aparentarlo, pero luego en carrera era un fenómeno.

Dicen de usted que es un idealista.
No sé a que se refieren con eso.

¿A que corre usted como siente? ¿A que es una emoción en bicicleta?
No sé. Simplemente soy un ciclista que ha luchado por lo que ha deseado, que era ser corredor de este tipo de carreras.

¿La gran virtud de un ciclista es la perseverancia?
Más que eso, se trata de hacer lo que te gusta. Yo he entendido el ciclismo así. Voy a las carreras porque sé que me lo voy a pasar bien. Si fuese preocupado y sabiendo que no me voy a divertir, sinceramente, no iría. Mi relación con las clásicas es sencilla. Eran las carrera que más me gustaban y luché por eso. La gente dice que he enfocado mi carrera deportiva a Flandes y Roubaix; yo digo que he centrado mi carrera deportiva en seguir pasándomelo bien.

Perdió la Het Volk por un tubular y en lugar de frustrarse se mostró usted enormemente satisfecho.
Fui, corrí, me divertí, lo hice bien tácticamente... Sí, perdí, vale, pero ese es problema mío. Tanto si ganaba como si perdía, era un tema que lo iba a tener que gestionar yo, de manera íntima.

Ese día corrió tácticamente perfecto. ¿Tiene que hacerlo así para ganar Flandes o Roubaix?
Es que no es solo eso. Influyen un montón de cosas. La táctica es una. Está también la tranquilidad. Yo siempre he dicho que en Flandes y Roubaix lo que más he notado estos años ha sido la experiencia acumulada. El intuir las cosas, el saber en todo momento dónde estás... Hace años, Flandes lo vivía como un laberinto. Nunca sabía dónde estaba. Era incapaz de situarme. Con los años aprendí a saber en todo momento dónde estaba. Eso es básico. Así no te precipitas, no corres con ansiedad.

¿Es posible ganar a Cancellara?
Es buenísimo, claro, pero le podrías hacer a él la misma pregunta: '¿Fabian, cuando te enfrentas a Flecha crees que tienes asegurado el triunfo?' No creo que te responda que sí. Supongo que tendrá el mismo respeto hacia mí que yo hacia él. No somos tan diferentes; somos igual de ciclistas, hacemos el mismo deporte y somos especialistas en lo mismo. Uno puede ser mejor en unas cosas y otro, en otras. Nadie es perfecto.

¿Vio a Fabian el otro día en Harelbeke?
Sí, sí.

¿Impresiona?
Estuvo genial, pero no hizo nada que no hubiera hecho antes.


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